La responsabilidad y ética profesional del contador público sin excusas

Bastante se ha hablado del impacto que ha generado la corrupción y su crecimiento desmesurado en los últimos años, en los que los escándalos de la empresa privada y pública se encuentran a la orden del día. Una problemática que frustra cualquier esfuerzo por hacer de Colombia un mejor país y de la cual nadie se quiere responsabilizar porque las excusas se han convertido en el principal aliado para evadir su responsabilidad. 

La independencia mental, la fe pública, la honestidad, la transparencia, la integridad, la conducta ética y el respeto entre colegas entre otros principios fundamentales para la dignificación de la profesión, se han visto claramente distorsionados por los intereses particulares de unos pocos que olvidaron que sin objetar se comprometieron en su momento a servir a una sociedad.

Y al decir que son unos pocos, se busca hacer apología al adagio popular que dice que “los buenos somos más”. Lo cual en este caso es fácilmente comprobable, al revisar las cifras publicadas por la Junta central de Contadores, que demuestran que de 235.216 contadores que actualmente se encuentran vigentes en el país, apenas el 2% han sido sancionados en los últimos 5 años. Hechos aislados en los que las causas más frecuentes que conllevaron a dicha situación son el desconocimiento de: La realidad económica de la organización, de las actividades que sus gobernadores ejercen sin control alguno, del manejo de los recursos públicos según las disposiciones normativas, entre otras debilidades que han puesto en desventaja al profesional en su calidad ya sea de Contador Público, Revisor fiscal o auditor.

Diversos especialistas en el tema de la corrupción ya han planteado su preocupación sobre este flagelo y ofrecen diferentes alternativas para hacerle frente a esta problemática que si bien no es directa responsabilidad del contador público resolver, si reconoce el papel fundamental que cumple en su prevención.

Entre estas alternativas propuestas se encuentra la necesidad de preparar académicamente al profesional de manera que cuente con las competencias necesarias para hacer las validaciones requeridas sobre el origen de los recursos y su asociación con las erogaciones de dinero realizadas;  Pero que además reconozcan y tengan las capacidades necesarias para rendir informes amplios, suficientes y efectivos apegados a la realidad de la compañía pública y privada en pro de no terminar siendo cómplices de las actividades delictivas. Lo cual se ha convertido en el verdadero reto de los contadores, dado que no se cuentan con las garantías necesarias para cumplir a cabalidad con lo que la ley exige. Los vencimientos que a diario nos acogen y que limitan el tiempo de acción de análisis e indagación, la preparación académica alejada de la realidad económica del país y sus problemáticas, además de la falta de protección en su integridad física y moral para quien denuncia, son factores que limitan el propósito de garantizar el buen uso de los recursos y de servir a la sociedad.

Estos aspectos, en conjunto de las necesidades económicas como justificación del profesional encargado, han permitido el desarrollo de lo que algunos críticos estudiosos del tema de la corrupción le han llamado la “Miopia de los contadores”. Haciendo alusión a quienes prefieren hacer caso omiso a las evidentes irregularidades de la organización a cambio de mantener su posición laboral, obtener un mejor ingreso o sencillamente por no enfrentarse a procesos legales.

Es apremiante reconocer sin excusas nuestra responsabilidad como garantes de la fe Pública, generadores de la herramienta principal para la toma de decisiones que es la información financiera, para sumarnos a la labor que otros actores afectados por la corrupción como las agremiaciones de empresarios o el Gobierno Nacional adelantan a fin de disminuir las facultades que se le han otorgado a los corruptos con el silencio.

Han sido décadas donde nos hemos limitado a contestar, buscando siempre la manera de preguntar sin ser impertinentes o faltar al secreto profesional, pero ahora es la voz de la sociedad la que clama nuestra presencia para devolver la confianza que la corrupción le ha quitado.

BIBILIOGRAFIA
Argandoña, Antonio (2007). La corrupción y las empresas. Barcelona- España, pp 2-3.
Cortes, Carlos. “Contadores deben ser certificados periódicamente, lo que los obligaría a mantenerse actualizados”. De internet: www.actualicese.com  
Editorial (2011), ¿En dónde están los auditores? En revista: Dinero
Klitgard, Robert E (1988). Controlling Corruption. Londres- Inglaterra
Ley 43 de 1990, Estatuto del contador. Editorial Nueva legislación limitada
Mompotes, Andres. La cruzada para que no se sigan robando el país con corrupción. (2017) En periódico: El tiempo
Thiteux, Monique (2010). Género y Corrupción. Buenos aires, pp 78

Arículo escrito:

Natalia Alexandra Bolivar Londoño

Estudiante de Contaduría Pública

Decimo semestre

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